Alimentos probióticos que cuidan tu digestivo

La microbiota intestinal nos sorprende día a día con sus beneficios, pero ¿ya sabes cómo cuidarla? Lo ideal es seguir una dieta rica en alimentos probioticos y prebióticos (fibra soluble), que nutran tu bienestar intestinal. Descubre cuáles son los mejores alimentos para enriquecer tu dieta.

 Recurrir a suplementos de probióticos es una opción estupenda, sobre todo si tienes la costumbre de hacer cura con ellos. Aún y así añade estos alimentos probióticos a tu cesta de la compra:

Alimentos probióticos, alimentos fermentados

Los alimentos probióticos no son algo nuevo, al contrario, tienen miles de años de historia. Y es que la una de las formas de conservar los alimentos es fermentarlos. Así reducimos el pH de los productos evitando que puedan crecer bacterias u hongos indeseables, vamos que evitamos que los microorganismos lo estropeen. Esa sabiduría la adquirieron nuestros antepasados en todo el planeta y gracia a ello, hoy tenemos olivas, yogur y quesos.

En esto de los alimentos fermentados, las bacterias lácticas son las reinas, ya que son estupendas para fermentar los azúcares de los alimentos y convertirlos en ácidos, estos ácidos que bajan el pH y ayudan a la conservación de los alimentos. Por eso los alimentos fermentados podemos considerarlos alimentos probióticos, porque contienen estos microorganismos que cuando llegan a nuestro intestino ayudan a equilibrar la microbiota.

Probióticos y sus beneficios

Los probióticos siguen estando en el objetivo de los investigadores, cada vez se estudian más y se descubren más beneficios. Para que te hagas una idea, en 1960 se habló por primera vez de los probióticos durante 3 décadas apenas se investigaron, hasta que a finales de los años 90 se descubrió que estos microorganismos podían influir en nuestra defensas. Así los investigadores pasaron de publicar 2 o 3 artículos al año, a los más de 800 que se publicaron en el año 2020. De estas últimas investigaciones podemos concluir que estas bacterias amigas nos ayudan a:

  1.     Prevenir y/o reducir la duración de diarreas causadas por rotavirus o por el uso de antibióticos.
  2.     Reducir la incidencia de cáncer intestinal.
  3.     Aliviar y prevenir molestias digestivas.
  4.     Normalizar el tránsito intestinal cuando hay estreñimiento e incluso si hay colon irritable.
  5.     Mejorar los casos de inflamación gastrointestinal.
  6.     Prevenir o aliviar las alergias atópicas durante la infancia.
  7.     Prevenir las infecciones del tracto respiratorio como resfriados y gripes.
  8.     Mejorar los estados anímicos y depresiones leves.

Alimentos probióticos, desde hace siglos

Quizás haya sido por su utilidad para conservar los alimentos, o tal vez por sus cualidades beneficiosas, pero lo cierto es que en casi todas las culturas encontramos alimentos probióticos. Así en Japón se consume natto, tempeh, tofu, miso y tamari; en China se come douchi (judías negras fermentadas) y kombucha; en Tailandia es típico el nam pla (salsa de pescado fermentadas), en Corea es muy popular el kimchi (col fermentada), en Ucrania nació el yogur, Bulgaria y Rusia es típico el kéfir, en India se toma mucho lassi (bebida de yogur), en Alemania son típicos el chucrut y el pan de masa fermentada.

Nosotros nos centraremos en los que tenemos más a mano y que todos podemos incluir fácilmente en nuestra dieta diaria. De este modo no solo ayudaremos a equilibrar y mantener una microbiota más sana, sino que además:

  •       Mejoraremos la digestión de otros alimentos.
  •       Aprovecharemos mejor los minerales de los alimentos vegetales.
  •       Haremos más biodisponible las proteínas de la dieta.

Yogur, lácteo y vegano

En el mundo occidental, el yogur es el alimento probiótico más extendido y consumido. Lo podemos encontrar natural, de sabores, entero o desnatado, con frutas, semillas y mucho más. Como hemos visto es lógico intuir que el yogur sea el rey de los alimentos probióticos, porque las bacterias que viven en él, los lactobacilos, se sienten estupendamente en un ambiente rico en lactosa  como es la leche.

Pero para quienes no quieren, o no pueden, tomar leche, hay alternativas veganas al yogur. Son yogures elaborados con leche de soja que son igualmente fermentados por bacterias lácticas y por tanto también los podemos considerar alimentos probióticos.

Entre los beneficios asociados a tomar yogur, encontramos el ayudar a:

  •       Prevenir la osteoporosis.
  •       Reducir el riesgo de hipertensión.
  •       Disminuir la incidencia de infecciones vaginales, ya sean bacterianas o           causada por cándida.
  •       Reducir las infecciones del tracto urinario.
  •       Mejorar la tolerancia a la lactosa.

Kefir, un complejo ecosistema

Desde hace algún tiempo, podemos encontrar kéfir en el mercado, aunque lo típico es que te regalen los bulgaritos o hongos con los que puedes elaborar tú mismo el kéfir en casa. A diferencia del yogur, el kéfir es un alimento probiótico multimicrobiano. ¿Y qué quiere decir eso? Pues que el yogur lo fermenta una sola clase de bacterias, el Lactobacillus bulgaricus o el Streptococcus thermophilus, y el kéfir lo fermenta toda una comunidad formada tanto por bacterias como por levaduras, entre las que destaca n y muchas otras.

Entre las virtudes que se le atribuyen al consumo de kéfir, encontramos que ayuda a:

  •       Mejorar la calidad de nuestra microbiota.
  •       Cuidar y proteger de procesos inflamatorios e incluso ser antitumoral.
  •       Favorecer la cicatrización de heridas.
  •       Reducir el crecimiento de bacterias patógenas.
  •       Prevenir diabetes.
  •       Mejorar alergias.

Kombucha, el té fermentado

Uno de los alimentos probióticos de reciente incorporación en nuestra dieta, es la kombucha. Aunque hace poco que disponemos de ella, cada vez nos gusta más, y no solo por su extravagante sabor, sino por sus muchas propiedades. Y es que la kombucha combina los beneficios del té con los de los alimentos probióticos multimicrobianos, ayudándonos a:

  •       Reducir la aterosclerosis.
  •       Aliviar procesos inflamatorios, artritis, reumatismos e incluso la gota.
  •       Cuidar y proteger el hígado.
  •       Mejorar la resistencia del cuerpo.
  •       Estimular nuestras defensas.
  •       Aliviar bronquitis y hasta el asma.
  •       Reducir las molestias menstruales y los sofocos relacionados con la menopausia.
  •       Mejorar la salud y belleza del cabello, la piel y las uñas.
  •       Reducir el estrés y el insomnio.

Probióticos vs alimentos fermentados

Después de este repaso ahora podríamos preguntarnos ¿suplementos de probióticos o alimentos probióticos? Y aquí la respuesta es que ambos se complementan. De hecho las últimas investigaciones apuntan a que tomar regularmente alimentos probióticos puede ayudar a mantener equilibrada nuestra microbiota. Así, y cómo nos comentaba en su entrevista la Dra Irina Matveikova, lo ideal es seguir una dieta rica en alimentos probióticos, y recurrir a suplementos de probióticos cuando los tomemos en poca cantidad o pasemos etapas de más estrés, infecciones, cambios de alimentación o viajes.

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Cuida tu microbiota y esta te ayudará a ser feliz

Los probióticos podrían ser tu nueva ayuda para sentirte feliz y reforzar tu resistencia al estrés y la ansiedad. Y todo ello gracias al interesante eje intestino microbiota-intestino-cerebro.

¿Eres feliz? ¿Te sientes a gusto contigo mismo? La felicidad es un sentimiento muy gratificante que nace de nuestro interior, y que puedes está influenciado por factores como nuestra genética, estado de salud, nuestras relaciones personales y el entorno que nos rodea. Pero ese sentimiento también tiene un origen neuronal, y es en ese punto, donde otros factores más materiales como la alimentación e incluso nuestra microbiota pueden intervenir.

Bacterias y felicidad

Hace décadas que los investigadores empezaron a centrar su atención en la microbiota y en cómo esta influye en nuestra salud física y mental. Ahora sabemos que esta gran comunidad de microorganismos intestinales pueden producir sustancias muy interesantes para nosotros, desde vitaminas a moléculas muy parecidas a nuestros neurotransmisores, que llegan hasta el cerebro y pudiendo generar diferentes sentimientos y emociones.

Los psicobióticos son bacterias probióticas que influyen en nuestro estado anímico: felicidad, tristeza, serenidad…

Esta función ha sido avalada por instituciones como la International Society for Nutritional Psychiatry Research que en 2015 publicó que hay nutrientes que ayudan a prevenir y manejar algunos problemas mentales, entre ellos la depresión e incluso la ansiedad. Dentro de este listado de nutrientes encontramos los probióticos, junto con los ácidos grasos omega-3, las vitaminas del grupo B, la s-adenosilmetionina (SAMe), el  triptófano, el magnesio y el zinc. Estas bacterias que influyen en nuestra felicidad y estado mental han sido bautizadas como psicobióticos.

Bienestar intestinal y emoción

Desde hace milenios sabemos que un cuerpo sano es el mejor cimiento para una mente sana. Y uno de los grandes pilares de nuestra salud lo encontramos en el sistema digestivo, que además de encargarse de digerir los alimentos y metabolizar sustancias, también colabora con el sistema inmune e incluso tiene su propia red neuronal produciendo, por ejemplo, hasta el 90 % de la serotonina, la hormona de la felicidad.

El sistema digestivo metaboliza sustancias impidiendo que entren intactas en nuestro organismo y puedan generar problemas como alergias y otras reacciones adversas.

¿Cómo podemos cuidar nuestro sistema digestivo? La mejor forma es cuidando nuestra alimentación, optando por alimentos saludables, poco agresivos, evitando el alcohol, reservándonos el tiempo suficiente para comer en un ambiente lo más sereno y tranquilo posible. Pero además de todo esto, es imprescindible, cuidar nuestra microbiota, y eso lo conseguimos con la alimentación y recurriendo a prebióticos y probióticos.

Si tu alimentación se vuelve poco saludable, tu digestivo sufre, entre otras cosas porque se altera tu microbiota intestinal y aparecen problemas como mayor permeabilidad intestinal, inflamación generalizada leve y una alteración de la barrera hematoencefálica. En esas circunstancias, muchas sustancias que comemos pueden llegar sin digerir al torrente sanguíneo e incluso al cerebro, y causar daños.

Sueño, felicidad y probióticos

Dormir bien es imprescindible para sentirnos bien, felices y revitalizados. Pero lo que quizás no sepas es que las investigaciones apuntan a que la calidad de nuestro sueño puede estar influenciada por nuestra microbiota, y que los probióticos nos pueden ayudar en ese sentido.

Una investigación publicada en el 2019 en la revista Frontiers in Psychiatry mostraba que los voluntarios que tomaban probióticos notaban mejoría en su estado de ánimo, se sentían menos irascibles y cansados, y que también experimentaban un sueño de mayor calidad. Los investigadores aún van más allá en sus conclusiones apuntan que sus hallazgos sugieren que la mejorar el estado de ánimo mediante la ingesta de probióticos podría ayudar además a mejorar nuestras estrategias cognitivas para afrontar los problemas de un modo más inteligente reduciendo nuestra sensibilidad a situaciones negativas.

Probióticos y depresión

Como los probióticos ayudan a cuidar el bienestar intestinal, diferentes investigadores han intentado averiguar si con ellos podríamos mejorar nuestro bienestar emocional, nuestra felicidad e incluso prevenir y tratar la depresión. Y las últimas investigaciones apuntan a que así es.

En el año 2016 se publicó un estudio que revisaba 5 ensayos clínicos en los que se trataba a los voluntarios que participaban con complementos de probióticos. Después de analizar los 5 ensayos se llegó a una conclusión más global en la que se afirmaba que los probióticos reducían el riesgo de depresión en personas que se encontraban bien y que en aquellos que estaban deprimidos, reducían los síntomas de depresión.

Pero estos estudios no son únicos, ni mucho menos. En las últimas décadas se han publicado cientos de estudios que investigan y tratan de esclarecer cómo una microbiota saludable puede influir en nuestro estado de ánimo. Investigaciones con personas mayores, deportistas, personas aquejadas de depresión, sometidas a estrés… y el interés es de esperar que este interés por el eje intestino cerebro siga creciendo.

Las investigaciones continúan, y no tardaremos en saber más sobre cómo estos pequeños organismos nos ayudan. Pero hasta entonces, ¿no te parece interesante tener en cuenta los probióticos para mantenerte con mejor ánimo y mejorar tu felicidad?

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Cuida tu microbiota y ella cuidará de ti

Desde hace algunas décadas sabemos que la microbiota no es nuestro enemigo, al contrario, son microorganismos que nos cuidan, protegen y ahora además, sabemos que incluso pueden mejorar nuestra salud. La dieta, una vida saludable y recurrir de vez en cuando a probióticos puede ser una ayuda para conseguirlo.

Nuestro hogar bacteriano

El intestino grueso es el hogar de billones de bacterias. De hecho en nuestro organismo tenemos diez veces más microorganismos que células propias. Esta inmensa población microbiana se llama microbiota y cada día descubrimos cosas nuevas y beneficiosas para nuestro bienestar.

Por esa razón, cuidar ese hogar es básico para disfrutar de una microbiota saludable y protectora, que nos ayuden en las funciones fisiológicas del tubo digestivo: digestión, absorción de nutrientes y neutralización de residuos tóxicos.

Bacterias lácticas, nuestras amigas

Tenemos entre 500 y 1.000 especies distintas de microorganismos formando parte de nuestra microbiota, y aunque cada vez hay más estudios, muchos de ellos se centran en las especies que forman parte del género Lactobacillus, las famosas bacterias lácticas. De este género destacan especialmente especies como:

  • Lactobacillus acidophilus que ha mostrado tener capacidad de regulación intestinal (laxante o astringente) y mejorar los síntomas del síndrome del intestino irritable.
  • Lactobacillus reuteri que entre otras funciones mejora la fisiología intestinal y estimula el sistema inmune.
  • Lactobacillus rhamnosus que tiene un efecto antiinflamatorio intestinal.

Las bacterias lácticas se han utilizado durante milenios para elaborar alimentos fermentados como el yogur, en el que encontramos el Lactobacillus acidophilus. Pero también podemos recurrir a los famosos suplementos de probióticos que las contienen y pueden favorecer el reequilibrio de nuestra propia microbiota intestinal.

Como alimentar nuestra microbiota

Aquí debemos llamar la atención sobre la dieta bacteriana, es decir que pueden nutrir a una bacteria. La verdad es que en el mundo bacteriano hay microorganismos que se lo pueden “comer” casi todo, hasta el plástico. Pero a nosotros no nos interesan microorganismos tan “especiales”. Nos interesan aquellos que llamamos bacterias fermentativas, que son las que están mostrando que cuidan nuestra salud. Dentro del grupo de las bacterias fermentativas encontramos las bacterias lácticas a las que pertenece el género Lactobacillus.

Podemos alimentar a estas bacterias fermentativas, tomando más fibras solubles en nuestra dieta. Estas fibras también las conocemos como prebióticas, entre las que destacan los:

  • Betaglucanos de la avena.
  • Chitosán de las setas y los caparazones de los crustáceos.
  • Glucomanana, del glucomanano.
  • Fructooligosacariodos de las alcachofas y la achicoria.
  • Galactooligosacaridos de las legumbres.
  • Pectinas, que encontramos en muchas frutas como la manzana, ciruelas, papayas, etc.

Estas fibras las podemos tomar como parte de los alimentos de nuestra dieta, pero también hay suplementos dietéticos que las contienen y que pueden ayudar a enriquecer nuestra alimentación.

Los simbióticos son suplementos que ayudan a nuestra microbiota y que combinan probióticos y fibras solubles como los fructooligosacaridos.

Aliadas de nuestra salud

Podríamos comparar la relación que la microbiota tiene con nosotros, a la relación que nosotros tenemos con nuestro planeta. Para estos millones de bacterias, nosotros somos su planeta y cuidando nuestra salud, ellas cuidan su hábitat. Entre las cosas sorprendentes que hacen estos microorganismos por nosotros, tenemos:

  • Prevenir la colonización por otros microorganismos patógenos.
  • Ayudar a digerir los alimentos.
  • Producir vitaminas B y K que el organismo humano no es capaz de sintetizar.
  • Estimular al sistema inmune.

Descubre como subir tus defensas naturalmente.

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Probióticos ¿Cómo influyen sobre tus defensas?

La relación de los probióticos y el sistema inmune es una de los primeros beneficios que se le atribuyeron a estas bacterias beneficiosas, así que si quieres saber cómo puedes aumentar tus defensas con su ayuda, continua leyendo.

Tener un sistema inmune activo y sano es un auténtico tesoro, sobre todo cuando llegan épocas un poco más delicadas como el invierno, que nos trae muchos resfriados y gripes, o el verano, cuando somos más propensos a las infecciones digestivas o a las urinarias (cistitis). Por eso en esas épocas, para reforzarte y ayudarte a aumentar las defensas, vale la pena recurrir a los probióticos.

Probióticos y sistema inmune

Los probióticos modulan la respuesta inmune e inflamatoria en el intestino y lo hacen porque estas bacterias beneficiosas pueden interactuar de una forma muy intima con nuestra mucosa intestinal y con las células inmunitarias que hay en ella. Por eso tomar probióticos ya es una ayuda para aumentar las defensas de nuestros intestinos.

Lo más sorprendente, es que la acción inmunomoduladora de los probióticos no se queda en el aparato digestivo. Estas bacterias amigas influyen en las defensas que tenemos en otras mucosas, como las del aparato respiratorio e incluso sobre las defensas (células y anticuerpos) que tenemos en nuestra sangre. Solo para que tengas un par de ejemplos:

· Los probióticos pueden inducir citoquinas, unas proteínas que actúan como mensajeros de información entre las células defensivas a para que sean más efectivas contra las infecciones e incluso ayudar a regular los procesos inflamatorios. Un ejemplo son los lactobacilos que hacen que la mucosa intestinal segregue más IgA (inmunoglobulina A).

· Estimulan la acción de los fagocitos, unas células que fagocitan, es decir, se comen a bacterias y otros elementos que pueden ser peligrosos para nosotros.

Recupérate más rápido

Párate un momento a pensar si en este último año te has resfriado o has tenido algún tipo de infección intestinal. Casi seguro que en uno u otra has caído. Pues bien, los probióticos no solo te ayudan a aumentar tus defensas sino que además pueden hacer que cuando tengas alguna de estas infecciones te recuperes más rápido.

Hay estudios que nos dicen que las bacterias que fermentan la leche, las bacterias lácticas pueden acortar la duración tanto de las infecciones respiratorias (resfriados, etc.) como las infecciones intestinales.

¿Sabías que los lactobacilos de las leches fermentadas ayudan a aumentar las defensas y así reducir la duración de las infecciones respiratorias y gastrointestinales y disminuyen el riesgo del resfriado común?

Intestino a salvo

En el caso de las infecciones intestinales, los probióticos actúan como auténticos protectores, ayudándonos a evitarlas antes de que llegue, ¿cómo? Muy sencillo, los probióticos son bacterias ¿verdad? Y muchas infecciones intestinales las causan bacterias como la salmonela, ¿cierto?

Pues bien, cuando tomamos probióticos estamos tomando millones de bacterias que llegan a nuestro intestino y refuerzan nuestra propia microbiota, de modo que conseguimos que nuestro intestino esté habitado por bacterias amigas que conviven en equilibrio. Si en esas circunstancias llegase al intestino una bacteria patógena, se encontraría con un hábitat hostil que no la dejaría crecer, porque nuestras bacterias amigas actúan:

· Produciendo sustancias que matan al patógeno.
· Consumirían los nutrientes para que no pudieran utilizarlos los patógenos para crecer.
· Y activarían nuestras defensas intestinales para combatir al patógeno. Ten en cuenta que en la mucosa del intestino es donde más se concentran nuestras células defensivas.

Un empujón más para aumentar las defensas

Si quieres reforzarte al máximo, además de tomar probióticos, sería recomendable que les ayudases a instalarse bien en tu microbiota intestinal. Para eso, y también para cuidar tu propia microbiota, es recomendable recurrir a un menú probiótico, que básicamente consiste en enriquecer tu dieta con frutas, verduras y cereales integrales para aumentar tu ingesta de fibras prebióticas. Ten en cuenta que las bacterias probióticas son bacterias que fermentan y por eso hay que darles fibras que puedan fermentar y nutrirse de ellas.

probióticos y defensas

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Aprovéchate de los probióticos. Aprende a usarlos

Yogures, kéfir, kombucha, tempeh, choucrutprobióticos…, son términos de moda. Todos hemos oído hablar de que conviene su ingesta ya que atesoran múltiples beneficios, pero por lo general no conocemos los detalles de cuándo y cómo tomar probióticos. Aquí te ofrecemos en una rápida y práctica ojeada todo lo que debes saber.

Qué son los probióticos

Los probióticos son bacterias y hongos (lactobacilos, bifidobacterias…) que, una vez instalados en nuestro organismo (básicamente en la mucosa del intestino grueso) ejercen numerosos beneficios. Entre ellos destacan la producción de vitaminas (B1, B2, B12, K), mejorar la absorción de minerales tan importantes como el calcio, ocupar un espacio dificultando así el asentamiento de microorganismos nocivos y,  mediante un diálogo químico con nuestras defensas, entrenarlas mejorando así nuestra capacidad defensiva a la vez que disminuyen las inflamaciones.

Probióticos en los alimentos

Una de las formas más naturales en cómo tomar probióticos es a través de la alimentación. Un alto número de probióticos han sido usados ancestralmente para fermentar y conservar los alimentos. Algunos actúan sobre la leche (generando alimentos como yogur, kéfir de leche o quesos crudos) otros sobre vegetales (produciendo chucrut , kimchi encurtidos de pepinillos, aceitunas, berenjenas…), soja (tempeh, miso; natto, tamari), agua (kéfir de agua), (kombucha) e incluso sobre el centeno (Kvass).

La clave para que todos esos alimentos sean una forma de tomar probióticos es que no se caliente para no destruir los microorganismos que contienen. Esa misma norma hace que los alimentos pasteurizados, que son sometidos a altas temperaturas, no tengan probióticos.

Probióticos como complementos: qué los diferencia

Los probióticos pueden tomarse también encapsulados. Esta cápsula les otorga protección en su viaje por el tubo digestivo ya que una parte de los ingeridos en los alimentos se pierde por el camino debido a la presencia de jugos digestivos demasiado agresivos para los delicados probióticos.

Por tanto el uso como complementos de probióticos aporta comodidad y seguridad de que todos llegarán intactos a la zona donde deben implantarse y actuar.

Cuándo y cómo tomar probióticos

La norma es incluir los probióticos en nuestra dieta de forma regular. No hay norma establecida y aunque cuanto más mejor, lo realista y deseable sería que cada día consumiéramos como mínimo una ración de alimento probiótico y que nuestra dieta fuera además rica en alimentos con fibra prebiótica (fruta, verdura, hortalizas) ya que son su base alimentaria y contribuye indirectamente a su crecimiento y multiplicación.

En situaciones en que se ve destruida o alterada la capa de microorganismos ubicados en el colon, debe acelerarse el proceso de implantación. Podemos detectar estas situaciones con facilidad: se han tomado antibióticos, hay diarrea o malestar intestinal, colon irritable

Para acelerar la implantación y recuperación de la microbiota  podemos añadir el uso de complementos de probióticos a la dieta (siguiendo las pautas que nos indique el fabricante). Lo aconsejable sería tomar el suplemento un mínimo de un mes e ir realizando refuerzos 3 o 4 veces al año.

¿Qué efectos debo esperar y en cuánto tiempo?

La observación de resultados varía según el problema de origen. En la siguiente tabla podemos resumir cuándo y cómo tomar probióticos:

Tabla alimentos probióticos

¿Hay alguna situación en que no deba tomarlos?

Los probióticos son aptos para todos. Su uso sólo sería discutible en personas extremadamente bajas en defensas (y en consecuencia ya ingresadas en hospitales, por lo general en UCIs). Obviamente estas situaciones están bajo supervisión médica.

Kombucha, el invitado de moda

Conocido como el Divino té ha sido consumido en China desde tiempos inmemoriales, y llevado a Corea y Japón en el año 414 dC. Su nombre japonés kombu (alga) y cha (te) daría el nombre definitivo a esta bebida.

El Kombucha es un al que se añaden varios probióticos (una mezcla de bacterias y hongos que responden en conjunto al acrónimo de SCOBY).

Para su elaboración se prepara una infusión con hojas de negro o verde, se retiran estas y se añade azúcar. Una vez enfriado se añade el cultivo SCOBY y se deja reposar durante 7-10 días a una temperatura ambiente entre 20 y 30ªC.

Con el curso de los días se va multiplicando el número de probióticos (una parte de los cuales serán retirados para iniciar un nuevo cultivo) a la vez que van cambiando las características de la infusión que los contiene. En este proceso los SCOBY consumen los azúcares que son transformados en ácidos (dando así a la bebida su característico sabor), se generan vitaminas del grupo B, se enriquece en polifenoles con acción antioxidante y, por supuesto, vehicula un alto número de probióticos que mejoran los procesos digestivos y contribuyen a regular el sistema defensivo de nuestro cuerpo.

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Probióticos contra la rinitis alérgica

Estornudos frecuentes, nariz congestionada, ojos enrojecidos. ¿Qué nos está pasando?

¿estamos resfriados o tenemos una rinitis alérgica?

Para poder entender cuál es el problema y encontrar una respuesta, podemos fijarnos en dos cosas: la duración de los síntomas y si nos estamos exponiendo a posibles alergenos.  Y con alergenos, queremos decir estas sustancias, particulas e incluso animales, que a una persona no alergica no le afectaría, sin embargo a alguien hipersensibilizado (alergico) derpierta toda una serie de síntomas y molestias.

Los alergenos más habituales los encontramos en el polvo, el polen y animales como los perros y gatos. Por eso si los síntomas se disparan cuando entramos en una habitación polvorienta, cuando estamos en un jardín lleno de flores o cuando acariciamos a un perro o gato, ahí ya tenemos una buena pista de lo que nos está pasando es una reacción alergica.

¿Cómo distinguir una alergia primaveral?

La rinitis alérgica es la alergia primaveral más frecuente. Es una enfermedad bastante común que se manifiesta entre el 10 y el 30 % de la población de ambos sexos. La reacción se desencadena cuando las personas se ven expuestas a un alérgeno que provoca una reacción adversa que se manifiesta con picores, estornudos y congestión nasal.

La rinitis alérgica se puede detectar fácilmente si las molestias aparecen cíclicamente en correspondencia con los periodos en los que se libera el polen (primavera y otoño), y si los síntomas empiezan con picor en los ojos y en los casos más graves evolucionan hacian conjuntivitis.

En cuanto a la duracion, los síntomas de la rinitis alérgica pueden durar varios días y no se tiene fiebre, además de picor en los ojos y conjuntivitis, los síntomas más frecuentes son: estornudos frecuentes, mucosidad, congestión, picor de nariz, dolor de cabeza y problemas de sueño.

Es fácil diferenciar una ritinitis de un resfriado, por que este a diferencia de la alergia, suele durar una semana y al malestar, a veces, le acompaña algún episodio de fiebre.

Observarse a sí mismos y establecer duración y frecuencia de los síntomas son los primeros pasos para determinar si se trata de rinitis alérgica.

 

¿Cómo te ayudan los probióticos?

En primer lugar, los probioticos ayudan porque estos complementos alimenticios a base de fermentos activos fortifican el sistema inmune. Sabemos que una microbiota cuidada y saludable potencia las defensas contra los ataques de microrganismos, agentes alérgenos y patógenos responsables de varios tipos de enfermedades, no solo de tipo intestinal. Y los probióticos son unos grandes aliados de la microbiota intestinal.

Varios estudios realizados con pacientes humanos han observado una buena respuesta ante los síntomas de la rinitis alérgica, cuando los pacientes tomaban probióticos.

El papel importante que juega la microflora intestinal en el correcto desarrollo del sistema inmune y la capacidad de algunas bacterias para modular la respuesta inmune a las inflamaciones han impulsado algunos estudios clínicos sobre la validez de los probióticos para prevenir y tratar las alergias.

Las familias de bacterias más estudiadas para ayudar a aliviar y prevenir los síntomas de la rinitis son los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, que se han mostrado como valiosos aliados para mejorar los síntomas de este tipo de alergia.

Los resultados, que los investigadores del Institute of Food Research di Norwich (UK), y el inmunólogo Claudio Nicoletti, han publicados en Clinical and Experimental Allergy, ponen de manifiesto que los niveles de anticuerpos IgG, que desarrollan una función protectora con respecto a las reacciones alérgicas, eran mayores en las personas que habían hecho un tratamiento de probióticos. Además, también se ha observado una reducción de las inmunoglobulinas E, que son las que provocan un empeoramiento de los síntomas.

Es necesario tomar los probióticos contra la rinitis por lo menos durante 6 a 8 semanas.

 

¿Durante cuánto tiempo hay que tomar los probióticos?

En los estudios realizados con probióticos, el tratamiento variaba entre las 4 semanas y los 12 meses. De todos modos la duración media del tratamiento depende de la salud intestinal de cada persona, y no debería ser inferior a las 6-8 semanas.

Los tratamientos contra la rinitis alérgica a base de probióticos parecen propiciar una reducción de la sintomatología, pero aún queda por aclarar y confirmar cuáles son los mecanismos que intervienen.

Alergia al polvo

Cuando el problema lo tenemos dentro de casa y no en el jardín, el problema suele estar en el polvo que se acumula en nuestros hogares.

Si la rinitis alérgica la provocan los ácaros del polvo, a menudo se acompaña con dermatitis atópica. Generalmente la mayor sobrexposición al polvo presente en casa se da en el dormitorio. En esos casos, la mejor medida de prevención es extremar la limpieza y evitar que se acumule el polvo. Para lograrlo podemos:

  •            Enfundar colchones y almohadas en tejidos antiácaros.
  •            Eliminar de las habitaciones, y especialmente del dormitorio, los objetos que retienen el polvo, tales como alfombras, moquetas, cortinas, empapelados de tejidos, decoraciones y peluches.
  •            Limpiar usando aspiradoras con un filtro especialmente potente.
  •            Lavar sábanas, fundas y colchones a 60° centígrados (los ácaros no sobreviven a temperaturas superiores a los 55° centígrados).
  •            Controlar los niveles de humedad, airear a menudo el dormitorio o usar deshumidificadores/aparatos de aire acondicionado.

Si en casa hay un perro o un gato la cantidad de ácaros suele aumentar bastante, ya que los ácaros encuentran una mayor cantidad de tejidos orgánicos con los que alimentarse. Por lo tanto, si eres una persona alérgica a los ácaros, tienes que reflexionar seriamente junto con tu alergólogo si te conviene acoger a un animal en tu casa.

Psicobióticos y emociones

Irina Matveikova es licenciada en medicina de familia y está especializada en medicina funcional, endocrinología, nutrición y en trastornos del comportamiento alimentario. Con más de veinticinco años de experiencia profesional, en la actualidad dirige su consulta privada en Madrid, colabora con varios hospitales e imparte conferencias y cursos en diferentes ciudades de España y del extranjero.

Es miembro de la IFM (Institute of Functional Medicine), ESNM (European Society of Neurogastroenterology & Motility), de la Sociedad Científica Internacional Gut Microbioma for Health y de BHMA (British Herbal Medicine Association). Ha cursado estudios de posgrado en medicina holística y preventiva en diferentes países del mundo y ha aprendido diversos métodos de tratamientos integrales en ámbitos internacionales. Tras varios años de experiencia ha creado los suyos propios, así como protocolos con un enfoque de diagnóstico exhaustivo, reeducación y prevención.

En su práctica de medicina familiar, presta especial atención a la salud digestiva e inmunológica, aplicando nuevas investigaciones sobre la neurogastroenterología, el microbioma humano (nuestras bacterias «buenas») y la nutrición funcional. Defensora de la educación sanitaria para generar cambios y promover la prevención, lucha por un paciente consciente, bien informado y responsable.

Además colabora en programas de radio, televisión y ha escrito numerosos artículos así como los libros Inteligencia digestiva, Salud pura, Inteligencia digestiva para niños y Bacterias: La revolución digestiva.

1. Estamos viviendo una renovación del paradigma bacteriano, especialmente en su relación con nuestra salud. ¿Podemos decir que hay bacterias buenas y malas?

Buena pregunta. La microbiología como ciencia nació hace un par de siglos y desde entonces se han estudiado las bacterias como culpables de infecciones y enfermedades. A finales del siglo XIX se empezó a desarrollar todo el tema de desinfección y esterilización, y en la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de los antibióticos. Gracias a esos avances se han salvado millones de personas.

Durante estos años hemos vivido con la idea de que las bacterias son malas y que debemos matarlas.

Pero ahora estamos viviendo toda una revolución médica, una revolución que empezó a ver la luz en los años 30 del pasado siglo, cuando aparecieron las primeras publicaciones que informaban que quienes tomaban bacterias buenas tenían mejor calidad de vida y vivían más. Así empezaron a publicarse estudios que hablaban de la relación entre las bacterias del colon y la salud mental, y que demostraban que habitantes de las montañas que tomaban mucho yogur vivían más años. E incluso aparecieron investigaciones que indicaban que enfermos mentales (esquizofrenia y bipolares) mejoraban cuando tomaban estas bacterias.

2. ¿Y podríamos decir que son esenciales para nuestra salud?

Podríamos decir que sí. Hace unos 20 años se dio otro paso adelante en cuanto a investigación del microbioma. Se empezó a pensar que las baterías no solo podían ser buenas, sino que incluso podrían llegar a ser imprescindibles para la salud.

El 90 % de las células que hay en nuestro cuerpo son bacterias, eso supone casi 2 kg de células bacterianas. Eso es mucho.

Además hay que pensar que estas bacterias llevan milenios conviviendo y evolucionando con nosotros, por lo que se ha establecido una relación muy estrecha e importante. Se ha creado una simbiosis en la que nos ayudamos mutuamente, bacterias y humanos, una especie de fusión metabólica, genética, neurológica, funcional… Como si en conjunto fuésemos un solo ecosistema formado por células humanas y microorganismos.

Pero todo apunta a que esa unión aún puede ser más íntima. Las bacterias tienen 300 veces más material genético que nosotros y parece ser que nosotros podemos utilizar sus metabolitos para regenerar, reparar, cicatrizar,… es como si fuesen un pequeño taller de reparaciones, una ITV para todo nuestro cuerpo, porque ellas son las primeras interesadas en nuestra salud.

3. ¿Se sabe el nombre de estas bacterias?

Gracias al proyecto microbioma humano estamos estudiando cuántas bacterias conviven con nosotros. Y por el momento ya se conocen aproximadamente 300 – 400  especies que muestran ser beneficiosas para nuestra salud, tanto física como mental. Algunas de estas especies las encontramos en los complementos alimenticios que conocemos como probióticos.

4. En tus libros hablas mucho del segundo cerebro. ¿Qué quiere decir?

El segundo cerebro es un término que apareció por primera vez en 1999, en el libro del Dr. Michael Gershon, que escribió a raíz de sus investigaciones sobre la red neuronal que hay en el intestino. El Dr. Gershon está considerado el padre de la nueva rama de la ciencia médica que es la neurogastroenterología.

En el intestino, entre la capa mucosa y la muscular, encontramos una red formada por unas 100.000.000 neuronas, una red neuronal vital y formada por neuronas idénticas a las cerebrales. Estas neuronas suministran moléculas, neurotransmisores y algunas hormonas que necesitamos para un buen funcionamiento del cuerpo, pero también del cerebro, como la serotonina, dopamina, que pueden llegar al cerebro superior.

Ahora estamos estudiando como el sistema nervioso entérico, el que hay en los intestinos, puede jugar un papel importante en las emociones, la estabilidad psicológica, así como en parámetros mentales y de calidad de vida.

5. El termino psicobiótico se ha acuñado recientemente. ¿Nos podrías explicar a que se refiere?

El psiquiatra Timothy Dinan, la nutricionista Catherine Stanton y el neurocientífico John Cryan acuñaron en 2013 el término psicobióticos para definir una nueva clase de probióticos que son capaces de producir sustancias que influyen en la salud mental.

6. ¿Cree que son válidos en casos como por ejemplo los estados de ansiedad?

Estos microorganismos en general influyen positivamente en nuestro bienestar. Las bacterias pueden ejercer varias acciones para influir en nuestras neuronas. En primer lugar actúan sobre el nervio vago, un cable importante que conecta todos los cerebros. Además y en paralelo, las bacterias intestinales pueden ayudar a reparar la mucosa intestinal y regular la inflamación, reduciendo la producción de las moléculas pro-inflamatorias que hacen daño al cerebro; tanto influyendo en nuestro propio sistema endocrino estimulando producción de nuestras hormonas y neurotransmisores; como produciendo sus propios metabolitos. Todas estas acciones en conjunto influyen en nuestro cerebro.

Además, estas acciones además están muy bien coordinadas, porque las bacterias se pueden comunicar tanto entre sí, como con nuestro organismo. Todo es coordinación.

Por ejemplo si tienen “hambre” o les faltan aminoácidos, son capaces de enviar un mensaje a nuestro cerebro para que nosotros busquemos aquellos nutrientes proteicos que ellas necesitan. Si ellas están incómodas y necesitan glucosa, pueden hacernos comer más carbohidratos. Ya que en el fondo, todo lo que nosotros comemos, también es todo lo que “comen” ellas.

Pero esta influencia va más allá de antojos y hambre. Si las bacterias no se encuentran equilibradas pueden generarnos sensaciones de ansiedad y estrés. Gracias a eso, ahora sabemos que una buena microbiota nos ayudar a mejorar estas sensaciones. Por ejemplo, en un estudio con animales recién nacidos, se vio que si se les dejaba sin bacterias intestinales el cuerpo crecía pero el cerebro no se desarrollaba. Por eso los probióticos y la nutrición adecuada son una ayuda a problemas de desarrollo cerebral o trastornos de atención o del comportamiento.

«Las bacterias de los preparados probióticos son más fuertes y tienen más probabilidades de sobrevivir y llegar viables hasta el intestino». Dra. Irina Matveikova.

 

7. ¿Qué cantidad y cuándo se deberían tomar?

Es recomendable tomar alimentos probióticos regularmente en forma de yogures y otros alimentos fermentados, como los yogures y fermentados de soja, de coco o la kombucha. Lo que es importante es que estos alimentos sean lo más naturales posible, con el mínimo de aditivos y de la máxima calidad. Por ejemplo yogur natural ecológico y elaborado correctamente sin aditivos puede llegar a tener 100 millones de bacterias y ser un buen aporte de probióticos.

Si no puede tomar lácteos, se puede recurrir a suplementos de probióticos que contengan diez mil millones de bacterias vivas. Estos suplementos tienen la ventaja añadida que sus bacterias son más fuertes que las del yogur y sobrevivirán más, llegando más cantidad al intestino.

En el caso de que no se tomen alimentos fermentados, recomiendo a las personas sanas sobre todo para prevenir, tomar suplementos que contengan unos 10.000 millones de bacterias probióticas al día durante 10 a 15 días al mes y luego descansar. Algunos estudios demuestran que tomándolos durante medio mes y descansando otro medio, conseguimos mantener la función protectora de estos probióticos.

Y cuando hay periodos de estrés, infecciones, cambios de alimentación o viajes, también recomiendo tomar un plus de suplementos de hasta 100.000 millones de probióticos.

8. Cuáles son las cepas más utilizadas

Hay muchísimas cepas, el tema es que hay que valorar la calidad y cantidad del probiótico. Es interesante que contenga de 4 a no más de 7-10 cepas distintas con presencia notable de cada una de ellas. El hecho de que estén identificadas con números y letras en mayúsculas también es muy interesante, ya estos se refieren a su registro oficial, estudios clínicos y tiene aval de estudios científicos que nos dan más garantía.

Estas características justifican que los probiótos no sean económicos, ya que producir y mantener bacterias sanas y beneficiosas para la salud, no es fácil ni barato. Yo no daría recomendaría tener cuidado con un probiótico con precio de rebajas, porque hablamos de microorganismos vivos.

9. ¿Y a nivel de bienestar emocional?

En bienestar mental el Lactobacillus rhamnosus es la reina de los psicobióticos. De todos modos y en general, estas bacterias son más beneficiosas cuando actúan combinadas unas con otras, en simbiosis. Pero aún faltan muchos datos y estudios.

10. ¿Cuál es la realidad de los probióticos en la sanidad Española, tanto en lo referente a los suplementos como a otros tratamientos más contundentes como los trasplantes de heces?

Esta mejor que hace unos años, ahora la Seguridad Social los prescribe más, sobre todo en pediatría o tras tratamientos con antibióticos para regenerar la flora intestinal. Lo que sí que es cierto es que por el momento en sanidad pública no se recetan muchas cepas distintas. Cuando buscamos cepas más específicas hay que recurrir a suplementos de venta en las farmacias en primer lugar, también en tiendas de dietética y especializadas.

En cuanto a centros sanitarios que los están incorporando de una forma más activa, nos encontramos con casos como el Hospital de la Paz, en Madrid, que además de prescribirlos ha publicado muchos estudios sobre microbiota intestinal.

En un futuro será inevitable que los probióticos se prescriban más para tratar molestias digestivas y se utilizan sobre todo en todas las enfermedades crónicas.

11. ¿Cómo ayudan en las enfermedades crónicas?

Las enfermedades crónicas muchas veces son de origen metabólico o inmunológico y en general tienen un componente inflamatorio, como la diabetes, obesidad, fibromialgia, …

También sabemos que el 80 % de la inflamación se genera en el intestino delgado, donde hay un íntimo contacto entre nuestro sistema inmune y las bacterias intestinales. De modo que equilibrando estas bacterias, ayudamos a tratar el lumen y su relación con estos microorganismos, que pueden influir y ayudar a reducir la inflamación.

En paralelo debemos recordar que estos microorganismos influyen en la eliminación de las toxinas y asimilación de los nutrientes de la dieta, por lo que si estamos sanos asimilamos mejor, procesamos mejor los fármacos en el intestino y el hígado funciona de un modo más optimo, ya que también se está viendo que las bacterias intestinales influyen en el flujo de toxinas en hígado.

Por todo ello un buen equilibro bacteriano es clave para la salud en general.

12. Cuál es la perspectiva de futuro de los probióticos según su opinión.

Es de esperar que cada vez se publiquen más estudios y sepamos mejor como funcionan estos microorganismos y de ese modo se podrá personalizar el tipo de probióticos que necesitemos.

 

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Probióticos para niños, probióticos con mucho futuro

Cada vez sabemos más sobre cómo nos ayuda nuestra microbiota, es decir las bacterias que viven en nuestro organismo, y cómo nos afectan negativamente sus desequilibrios. Por supuesto, estos conocimientos también abarcan a los niños, de hecho cada vez sabemos más sobre lo recomendable qué son los probióticos para niños y como ayuda a proteger su bienestar.

Antibióticos y diarrea

Los antibióticos que se toman para combatir las infecciones actúan contra las bacterias que causan estas enfermedades, pero también afectan a los microorganismos que forman nuestra microbiota.

Como consecuencia de esta acción el sistema digestivo, tanto de niños como de mayores, se resiente y muchas veces aparecen diarreas y molestias intestinales. En este sentido se ha podido ver que utilizar probiótiocos con Lactobacillus rhamnosus mejora y ayuda a tratar este problema.

Otro inconveniente asociado al uso de antibióticos es que tras tomarlos, en algunas ocasiones aflora a nivel intestinal una bacteria llamada Clostridium dificile, que causa también diarreas. Para evitar el sobrecrecimiento de este microorganismo, se ha observado que el uso de la levadura Saccharomyces boulardii, ayuda a prevenir este problema en niños.

Además de estos beneficios, también se han establecido otros que ayudan sobre todo a nivel digestivo y que proponen que los probióticos para niños, son una buena alternativa ya que:

  1. Son eficaces en el tratamiento de diarreas agudas en niños, acortando en un día su duración, disminuyendo el número de deposiciones del segundo día y el porcentaje de diarreas que se prolongan más de 4 días.
  2. En el caso del cólico del lactante, aún no hay suficiente evidencia científica, pero sí que se ha demostrado que hay cepas de Lactobacillus reuteri que ayudan a los niños ya que lloran menos.
  3. En los niños con síndrome de intestino irritable, también muestran una discreta mejoría en la intensidad del dolor abdominal.

El colegio, las actividades extraescolares, el frío… son retos más fáciles de abordar cuando recurrimos a probióticos para niños para complementar sus dietas.

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Resfriados más controlados

Los problemas respiratorios de las vías altas, como por ejemplo los resfriados, son otro de los hándicaps a los que se tienen que enfrentar los padres cuando empiezan a llevar a los niños a la guardería. El contacto con otros niños suele ser el detonante y es habitual que estas infecciones se vuelvan repetitivas ya que a esas edades los niños están en plena fase de desarrollo de su sistema inmune.

En este sentido los probióticos son recomendables por varias razones. En primer lugar son seguros y en los estudios que se han hecho no han mostrado efectos adversos. Pero lo mejor es que se ha podido ver que pueden ayudar a reducir la incidencia de estas infecciones respiratorias en un 5 -10 %.

Probióticos con futuro

Pero estos beneficios no son los únicos y en futuras investigaciones se podrán descubrir más cosas de los probióticos para niños. Entre las cosas que de momento se están investigando acerca de los probióticos para niños tenemos que podrían ayudar a:

  • Aliviar molestias digestivas de niños con celiaquía.
  • Mejorar los casos de intolerancia a la lactosa.
  • Ayudar a los tratamientos contra H. pylorir.
  • Cuidar el hígado así como intervenir en la mejora de problemas hepáticos infantiles.

Como podemos ver hay mucho campo por delante y mucha investigación por confirmar, pero de momento los datos son prometedores y los probióticos para niños en un futuro, podrían ser un básico para el bienestar de los más pequeños de la casa.

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Menú probiótico para sentirte mejor

En el sistema digestivo encontramos nuestro segundo cerebro y en el se produce y almacena el 90 % de la serotonina de nuestro cuerpo. Si a esta premisa sumamos que nuestra microbiota intestinal ayuda a cuidar nuestro intestino y nuestras funciones digestivas, conseguir una dieta más probiótica podría ser una ayuda para sentirnos más estimulados y felices. Pero ¿cómo debe ser un menú probiótico?

En el sistema digestivo producimos hasta el 90 % de nuestra serotonina, la hormona de la felicidad. Mimándolo, estaremos mimando nuestro bienestar emocional.

Fibra y más fibra

La fibra es un nutriente que no podemos digerir, pero que si pueden utilizarlo nuestras bacterias intestinales para crecer y reproducirse. De los dos tipos de fibra que nos ayudan, la fibra soluble (prebióticos) resulta más efectiva para el crecimiento microbiano, mientras que la fibra insoluble nos ayuda a mejorar el tránsito y evitar el sobrecrecimiento de las bacterias.

La fibra soluble la encontramos en la avena, las legumbres, semillas como el lino y la chía, y en algunas plantas como el Plantago ovata.

La fibra insoluble es la fibra típica del salvado de los cereales integrales, por tanto la encontramos en los la pasta, las harinas y los cereales integrales.

Añade a tu menú probiótico: avena, legumbres (judías, lentejas, garbanzos), cereales integrales (arroz, pan integral, pasta integral), hortalizas (puerro, cebolla, ajo), chía y lino.

Carne la justa

En nuestros intestinos existe una competición continua entre las bacterias putrefactivas que se nutren de las proteínas de la dieta, y las bacterias fermentativas que utilizan la fibra como fuente de energía. Son estas últimas las que han demostrado que nos ayudan a cuidar nuestra salud intestinal.

Por tanto, para conseguir que un menú probiótico más beneficioso, enriquece tus platos con verduras, hortalizas y como fuente de proteína, opta por alimentos vegetales.

Los cereales y los pseudocereales como la quínoa o el trigo sarraceno, además de carbohidratos, también aportan proteínas, pero de todo el mundo vegetal, son las legumbres las que contienen más proteínas.

Como ejemplo de alimentos a base de legumbres, tenemos además de garbanzos, lentejas o judías, la soja (tofu, yogures vegetales), que es una legumbre rica, nutritiva y que aporta todos los aminoácidos esenciales.

Añade a tu menú probiótico: legumbres (judías, lentejas, garbanzos), tofu, yogures de soja, cereales integrales (arroz, pan integral, pasta integral), pseudocereales (quínoa, trigo sarraceno), frutos secos, setas,

Alimentos más limpios

Que nuestro menú probiótico esté lleno de alimentos biológico también nos ayudará a cuidar la microbiota. La razón es muy sencilla. Estos alimentos no tienen pesticidas ni herbicidas que pudieran influir negativamente sobre nuestros microorganismos intestinales.

Pero además de la calidad de los alimentos, también cuenta el modo en como los preparamos. Usar técnicas como la barbacoa o los fritos, pueden dejar sustancias tóxicas en los alimentos que comemos: acrilamida, nitrosaminas, aminas heterocíclicas, los hidrocarburos aromáticos, etc. Eligiendo técnicas más suaves como el vapor o el hervido, respetaremos la naturalidad de los alimentos y evitaremos estas sustancias.

Cocina: al vapor, al horno, hervido, además de priorizar las sopas, los guisos, los estofados.

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¿Qué es la microbiota?

Llamamos microbiota a las bacterias que conviven con nosotros, sin generarnos problemas ni enfermedades. Estas bacterias, o mejor dicho, este gran ecosistema de bacterias es específico de cada uno de nosotros, e incluso se ha observado, que puede ser diferente entre distintos miembros de una familia. Es como nuestro ADN, que es específico y único en cada uno de nosotros.

Pero planteémonos una pregunta ¿Qué nos diferencia unos de otros? Aunque todos somos seres humanos, entre nosotros nos diferencia nuestro ADN.

James Watson y Francis Crick descubrieron esta macromolécula en los años 50, y desde ese momento hubo una gran prisa por descifrar el significado del ADN y qué información escondía. Después de casi 70 años hemos aprendido a estudiarlo, modificado, hemos experimentado con sus secuencias y aun y así, todavía continuamos haciéndolo, porque sigue guardando muchos secretos.

El código genético anotado en el ADN determina el color de los ojos, la piel y el cabello, las características faciales y corporales, y cada vez está más claro que en él también hay información que determina nuestra predisposición a desarrollar algunas enfermedades. Pero también se está descubriendo que nuestra dieta y hábitos alimenticios pueden modificar como se expresa el ADN, apagando o silenciando algunos genes, mientras se activan otros. A este tipo de influencia lo llamamos epigenética.

En los últimos años, la ciencia ha ido más allá y se ha descubierto un segundo regulador que acompaña a nuestro ADN. Este segundo regulador ayuda a determinar la diferencia entre individuos y que además puede repercutir en su salud y bienestar: la microbiota.

La microbiota es la población bacteriana intestinal y en cada uno de nosotros es única y específica. Incluso dentro de la misma familia, cada individuo tiene su propia microbiota, igual que pasa con el ADN, que puede ser similar entre personas y familiares, pero resulta único para cada uno de nosotros.

La microbiota empieza a formarse cuando nacemos. Durante el parto, el bebé entra en contacto con las membranas mucosas de la madre, y en ese instante, breve pero fundamental, la microbiota materna se transfiere al niño. Luego, durante la lactancia se va desarrollando esta microbiota, evolucionando y transformándose hasta constituir una microbiota desarrollada y más definitiva en la edad adulta.

La demostración de lo que sucede radica en el hecho de que un bebé nacido por cesárea o amamantado con leche artificial presentará una microbiota muy diferente y más frágil. De hecho, y para facilitar el buen desarrollo de la microbiota del bebé, en algunos hospitales, los niños nacidos por cesárea, son frotados con una gasa de algodón con las bacterias de la madre.

¿Pero por qué es tan importante la microbiota? Y sobre todo, ¿por qué tiene que ser saludable?

La buena noticia es que la microbiota ayuda al sistema inmunológico, al equilibrio mental y a la predisposición a ciertas enfermedades. Puede influir en nuestro estado emocional e incluso en la frecuencia a la hora de sufrir estreñimiento o infecciones como la cistitis. Es como si la microbiota se hubiera convertido en nuestro segundo código genético.

De hecho, el mapeo del ADN de nuestra microbiota permitirá en un futuro, poder estudiar nuestra susceptibilidad a desarrollar ciertos tipos de enfermedades, y por tanto buscar estrategias de salud para prevenirlas.

Al igual que la nutrición interactúa con nuestro ADN, también lo hace con la microbiota y condiciona su desarrollo y salud. No hace falta decir que una microbiota saludable nos ayuda, tanto a nivel inmunológico como en el estado de nuestras emociones favoreciendo que sean positivas (menos ansiedad o estrés) e incluso influye en la regularidad intestinal.

Microbiota, un órgano endocrino

La microbiota es en efecto un órgano endocrino, es decir, un órgano que produce sustancias que ayudan a regular nuestro organismo:

  • Sintetiza vitaminas como la vitaminas K, vitaminas del grupo B y ácido fólico.
  • Produce ácidos grasos que regulan el pH de la luz intestinal.
  • Fabrican serotonina, la hormona de la felicidad, hasta el 95% de la serotonina que se produce en nuestro organismo.

De hecho, cuando hay una inflamación intestinal, se produce una bajada en la producción de serotonina y se dispara en el cerebro una señal de alarma que resulta en depresión. De modo que la inflamación, la alteración intestinal, la ansiedad o la depresión pueden ser manifestaciones del mismo proceso.

Por todo ello cuidar la microbiota se ha convertido en una prioridad. Seguir una alimentación que resulte antiinflamatoria para el intestino y el uso de probióticos nos permite mantenernos sanos y serenos, más de lo que podríamos haber imaginado.

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