¿Qué es la microbiota?

Llamamos microbiota a las bacterias que conviven con nosotros, sin generarnos problemas ni enfermedades. Estas bacterias, o mejor dicho, este gran ecosistema de bacterias es específico de cada uno de nosotros, e incluso se ha observado, que puede ser diferente entre distintos miembros de una familia. Es como nuestro ADN, que es específico y único en cada uno de nosotros.

Pero planteémonos una pregunta ¿Qué nos diferencia unos de otros? Aunque todos somos seres humanos, entre nosotros nos diferencia nuestro ADN.

James Watson y Francis Crick descubrieron esta macromolécula en los años 50, y desde ese momento hubo una gran prisa por descifrar el significado del ADN y qué información escondía. Después de casi 70 años hemos aprendido a estudiarlo, modificado, hemos experimentado con sus secuencias y aun y así, todavía continuamos haciéndolo, porque sigue guardando muchos secretos.

El código genético anotado en el ADN determina el color de los ojos, la piel y el cabello, las características faciales y corporales, y cada vez está más claro que en él también hay información que determina nuestra predisposición a desarrollar algunas enfermedades. Pero también se está descubriendo que nuestra dieta y hábitos alimenticios pueden modificar como se expresa el ADN, apagando o silenciando algunos genes, mientras se activan otros. A este tipo de influencia lo llamamos epigenética.

En los últimos años, la ciencia ha ido más allá y se ha descubierto un segundo regulador que acompaña a nuestro ADN. Este segundo regulador ayuda a determinar la diferencia entre individuos y que además puede repercutir en su salud y bienestar: la microbiota.

La microbiota es la población bacteriana intestinal y en cada uno de nosotros es única y específica. Incluso dentro de la misma familia, cada individuo tiene su propia microbiota, igual que pasa con el ADN, que puede ser similar entre personas y familiares, pero resulta único para cada uno de nosotros.

La microbiota empieza a formarse cuando nacemos. Durante el parto, el bebé entra en contacto con las membranas mucosas de la madre, y en ese instante, breve pero fundamental, la microbiota materna se transfiere al niño. Luego, durante la lactancia se va desarrollando esta microbiota, evolucionando y transformándose hasta constituir una microbiota desarrollada y más definitiva en la edad adulta.

La demostración de lo que sucede radica en el hecho de que un bebé nacido por cesárea o amamantado con leche artificial presentará una microbiota muy diferente y más frágil. De hecho, y para facilitar el buen desarrollo de la microbiota del bebé, en algunos hospitales, los niños nacidos por cesárea, son frotados con una gasa de algodón con las bacterias de la madre.

¿Pero por qué es tan importante la microbiota? Y sobre todo, ¿por qué tiene que ser saludable?

La buena noticia es que la microbiota ayuda al sistema inmunológico, al equilibrio mental y a la predisposición a ciertas enfermedades. Puede influir en nuestro estado emocional e incluso en la frecuencia a la hora de sufrir estreñimiento o infecciones como la cistitis. Es como si la microbiota se hubiera convertido en nuestro segundo código genético.

De hecho, el mapeo del ADN de nuestra microbiota permitirá en un futuro, poder estudiar nuestra susceptibilidad a desarrollar ciertos tipos de enfermedades, y por tanto buscar estrategias de salud para prevenirlas.

Al igual que la nutrición interactúa con nuestro ADN, también lo hace con la microbiota y condiciona su desarrollo y salud. No hace falta decir que una microbiota saludable nos ayuda, tanto a nivel inmunológico como en el estado de nuestras emociones favoreciendo que sean positivas (menos ansiedad o estrés) e incluso influye en la regularidad intestinal.

Microbiota, un órgano endocrino

La microbiota es en efecto un órgano endocrino, es decir, un órgano que produce sustancias que ayudan a regular nuestro organismo:

  • Sintetiza vitaminas como la vitaminas K, vitaminas del grupo B y ácido fólico.
  • Produce ácidos grasos que regulan el pH de la luz intestinal.
  • Fabrican serotonina, la hormona de la felicidad, hasta el 95% de la serotonina que se produce en nuestro organismo.

De hecho, cuando hay una inflamación intestinal, se produce una bajada en la producción de serotonina y se dispara en el cerebro una señal de alarma que resulta en depresión. De modo que la inflamación, la alteración intestinal, la ansiedad o la depresión pueden ser manifestaciones del mismo proceso.

Por todo ello cuidar la microbiota se ha convertido en una prioridad. Seguir una alimentación que resulte antiinflamatoria para el intestino y el uso de probióticos nos permite mantenernos sanos y serenos, más de lo que podríamos haber imaginado.

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